Concurso Sede Consejo Consultivo de Castilla y León en Zamora
Cliente
Consejería de Hacienda, Secretaría General. Junta de Castilla y León.
Ubicación
Zamora, España.
Fechas
Concurso: Octubre 2004.
Arquitectos
VIER ARQUITECTOS SLP (Antonio Raya, Cristóbal Crespo, Santiago Sánchez, Enrique Antelo).
Colaboradores
Arquitectos: Joaquín Hernández Martín, Ángel L. Gallego, Javier Antón García, Ruth Varela Rodríguez.
Superficie construida
4.373,91 m2.
Imagen de síntesis
Novitec S.C.
Premios
1er PREMIO ex-aequo - Concurso de ideas con intervención de jurado. Octubre 2004.
Memoria
La propuesta para el edificio de la Sede del Consejo Consultivo de Castilla y León tiene como premisa de carácter proyectual la inserción de una nueva pieza edificada en el ámbito del Casco Histórico de Zamora. Este emplazamiento condiciona fuertemente aspectos formales, materiales y de configuración espacial, al resultar imperativo el diálogo con un entorno muy heterogéneo que abarca desde lo monumental del conjunto catedralicio a lo banal de los edificios de viviendas más recientes.
En este contexto, las sugerencias se toman casi directamente de una observación atenta de lo que consideramos la tradición arquitectónica más nítida y afortunada. De esta manera, podemos comprobar cómo, sin una sujeción previa a más normativa que la impuesta por el sentido común y el uso preciso de los materiales disponibles, han ido surgiendo a través de la historia iglesias, palacios, conventos y catedrales, pero también viviendas más o menos modestas, cuadras y caballerizas, graneros y labradíos. Y es, sin duda, esta diversidad, esta forma de componer una trama urbana hecha a la escala del hombre y del caminar, en la que las grandes estructuras afirman su presencia y las más modestas ocupan los resquicios, la que ha dado un carácter irrepetible a los núcleos antiguos de nuestras ciudades, y de los que Zamora es un ejemplo extraordinario.
Atendiendo a ello, el proyecto para la Sede del Consejo Consultivo quiere asumir la responsabilidad que, como edificio, le impone el hecho de ostentar la imagen y representación pública construida de un edificio de carácter institucional, pero sin ello renunciar a implicarse en la urdimbre del tejido urbano. Se asume la estricta sujeción a la normativa urbanística como punto de partida y dato esencial de proyecto, procurando exprimir las posibilidades de un articulado del que habitualmente los técnicos acostumbramos a observar tan sólo su lado más restrictivo, olvidándonos frecuentemente de las capacidades de su desarrollo.
Configurado pues, en dos bloques que se abren a una calle interior, el edificio busca resolver simultáneamente temas urbanos y sus propios requerimientos de uso e imagen. Es por ello que se ha optado por no conservar el edificio de la antigua Residencia, al considerarlo excesivamente rígido tanto en su estructura como en su relación con la ciudad. Además, la escasa dimensión en altura de sus plantas impediría su adaptación al uso administrativo según la normativa vigente. Se pretende reparar la zona mediante una nueva implantación que se vale de la irregularidad geométrica, tan consustancial al trazado pre-automovilístico de las ciudades, como método de sutura entre las diferentes estructuras (patios, jardines, calles, edificios, medianerías, etc) que configuran la manzana.
Esta geometría impregna todo el proyecto, eludiendo la monotonía que parece sugerir el programa de necesidades y buscando la amenidad del tránsito por el edificio y la riqueza en las relaciones físicas y visuales entre sus partes. Quiere ser un tramo más de ciudad, un espacio a medio camino entre la calle y el patio, y su uso privado facilita las tareas de seguridad y control de acceso. La organización del conjunto sigue las pautas indicadas en el programa; en el cuerpo sur, con fachada a la calle del Obispo Manso, las zonas de presidente, consejeros y secretario general, así como la sala de plenos y la biblioteca. En el cuerpo norte, dando espalda a las medianeras y abierto al sur, las zonas de letrados, administración e informática.
La imagen del conjunto se resuelve con piedra de Zamora, buscando un equilibrio entre las masas de huecos y macizos que hilvane el lenguaje compositivo con el del entorno, donde la presencia de lo masivo y la tonalidad de los materiales sugieren la pauta a seguir.
Y, por fin, si lo que se consigue es un edificio grato a la ciudad, a sus ciudadanos y usuarios, y que sepa representar dignamente a la institución que acoge, habremos cumplido el objetivo máximo que a la arquitectura es exigible.